miércoles, 2 de julio de 2014

Refutando la estupidez anti-halloween

El objetivo de esta nota es el de refutar los endebles argumentos que suelen presentarse contra las fiestas de Halloween, generalmente procedentes de los fundamentalistas religiosos y a menudo disfrazados de nacionalismo hermético.


 

* (Algo gracioso de esta imagen, es porqué deberíamos tomar a un gaucho como ejemplo de algo.)

Las principales razones por las cuales –creen los anti-halloween- deberíamos rechazar esta fiesta son dos: la nacionalista, como la que vemos en esta imagen, y la religiosa. Tratare de centrarme en la primera ya que es la más seria de refutar, en el caso de la segunda no pretende ni se interesa por argumentar, suelen ser más acusaciones medievales como que es “satánico” e idioteces por el estilo, que realmente no merecen atención. El caso de la primera razón, como todo el nacionalismo en sí, es completamente absurdo. El argumento más usado es que no tenemos porqué copiar tradiciones de otros países, lo curioso es que no vemos a los anti-halloween oponerse a todo el resto de las tradiciones provenientes de otros países, donde muchísimas son de EEUU (la procedencia estadounidense es uno de los pilares de este argumento, la analizaré más adelante). Por ejemplo, en el día del trabajador se conmemora la muerte de los mártires de Chicago en EEUU, que fueron asesinados por exigir derechos laborales, eran en gran parte anarquistas (lo cual también demuestra la estupidez general de denigrar el movimiento anarquista, gracias al cual –junto con el movimiento socialista- gozamos tanto derechos laborales, como sufragio universal, sindicatos, etc.). Los anti-halloween protestan contra esta fiesta pero no se oponen a los feriados por el día del trabajador. El Día de la Mujer también posee un cierto origen estadounidense, donde se conmemora el incendio producido por una bomba incendiaria en una fábrica textil donde murieron 146 mujeres. ¿Se oponen los anti-halloween a esta fecha?. Navidad posee un origen romano, donde se realizó un sincretismo con la religión cristiana y las fiestas saturnales. ¿Si no es una fiesta 100% argentina, porque no se le oponen?. De hecho la lista puede seguir hasta el cansancio, la gran mayoría de fiestas y tradiciones, como pascua y un largo etc, no tienen orígenes en argentina.


Está de más aclarar la hipocresía, común en todo el nacionalismo hermético, de criticar Halloween y tomar coca cola, usar Facebook, escuchar bandas yankees, o consumir cualquier producto extranjero (aunque esto proceda de obra de mano esclava, como la marca Nike). El nacionalismo hermético es impracticable, imposible, y es una suerte, porque nos permite una cultura globalizada donde no haya fronteras arbitrarias que dividan pensamientos, ideas, costumbres, etc. (y no confundir con la globalización económica o neoliberalismo). El internacionalismo es básicamente lo mejor que le puede ocurrir a cualquier cultura, oponerse a esto es suicida, impracticable e inútil. Esto no quiere decir que se deba abandonar las prácticas que nos gustan de un país –mal llamado “propio”-, como por ejemplo en nuestro caso tomar tereré, pero si quiere decir tener el derecho de oponerse a las prácticas quiméricamente llamadas patrióticas, como por ejemplo, un español rechazando las corridas de toros. La cultura puramente nacional  no existe, todo se lo debemos a la interacción de varios “países”, desde los conocimientos científicos, la tecnología, las ideas, las costumbres y todo lo que nos podamos imaginar. Todo tiene origen en el hombre, y no en los países.  La única ocasión coherente de oponerse a lo extranjero es cuando tiene intenciones egoístas que afectan a las personas, por ejemplo, el traslado de una multinacional a un país subdesarrollado en busca de mano de obra esclava -parte de los saqueos del neoliberalismo a los países pobres-, las guerras, la intervención forzada o con intereses negativos de un país a otro –como el caso de la intervención de la CIA en la dictadura militar, algo que si merece un reproche del que no hace falta ser nacionalista-, etc. Pero oponerse a una fiesta de disfraces es realmente una tontería de proporciones magnánimas.

EEUU es un país con una cultura en gran parte imperialista, fascista, violenta, militarista, libertariana y altamente conservadora que merece ser reprochado en estos y muchos otros aspectos –aspectos parciales, demonizar todo un país es altamente estúpido. ¿Pero es algo realmente serio hacerlo rechazando Halloween? Para empezar… ¿Es Halloween algo yankee? No. La verdad es que tiene origen celta, y de hecho es en gran parte tradición mexicana. Los estadounidenses la heredaron en parte de los inmigrantes irlandeses. ¿Se oponen los anti-halloween a la cultura irlandesa?   Los nacionalistas consumen televisión norte-americana donde se muestra el Halloween como costumbre, creen que se la inventaron, la critican en su país, y sin embargo siguen consumiendo su televisión y sus programas. No vamos a ser un país subdesarrollado más esclavizado por el primer mundo por seguir esta tradición.

También hay algunas personas con intenciones relativamente buenas,  que reprochan Halloween por ser una fiesta “consumista”. Esto es bastante imbécil. Uno puede festejar Halloween sin consumir absolutamente nada, disfrazándose con lo que tiene  y juntándose a divertirse con amigos. No veo estos pseudo-progres oponiéndose a los cumpleaños – o navidad- ,  algo que es muchísimo más consumista. Realmente este argumento no tiene ni pies ni cabeza.

No hay nada por lo cual oponerse a Halloween (y lo mismo va para el zombiewalk), sea una fiesta estadounidense, romana, celta, venezolana, iraquí o inuit. Es una excusa más para divertirse y ejercer nuestra creatividad en algún disfraz, al que le moleste por alguna razón esto, por lo menos que lo argumente correctamente si busca difundir su prejuicio.

Realmente el nacionalismo y sus delirios ascéticos no tiene como mantenerse en pie. Deberíamos dejar de prestar atención a los prejuicios y preconceptos pobremente argumentados sobre lo que debemos y que no debemos hacer por el hecho fortuito de haber nacido en un territorio dividido convencionalmente.


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